Relatos de Carlos (4): Déjame Marchar

¡Hola!

Estoy super feliz, y es que en el instituto, por el Día de la Paz -por cierto, feliz día- han organizado un concurso de relato corto y, como es de esperar, yo me presenté. Y hoy han dicho los ganadores. ¡He ganado el segundo premio! ¡Estoy super feliz! Y he pensado que, lo mejor, era ponerlo aquí para que lo podáis leer y opinar. Así que os lo dejo. Se llama "Déjame Marchar".

Déjame Marchar

Después de una noche entera de fiesta con las amigas, con mis amigas, llego a casa cansada, con ganas de tumbarme en la cama y solamente dormir. Cómo se nota que los años van pasando. Con mis treinta y cinco años, con un hijo de cinco, no me puedo permitir estar de fiesta hasta estas horas de la madrugada.

El alcohol que he ingerido durante la noche me hace efecto, y ahora estoy un poco mareada.
Abro la puerta de casa, después de un par de intentos para meter la llave en la cerradura, y entro en el salón, que está completamente a oscuras. Ya estarán durmiendo Joel, mi hijo, y Daniel, mi marido.
Me quito los tacones mientras me dirijo hacia la cocina, pero una voz cortante hace que me detenga. Es Daniel.
—¿Dónde estabas? —pregunta, encendiendo la luz de la mesita del salón y dándose la vuelta en el sillón, al más puro estilo gangster.
—Con mis amigas.
—¿Qué? ¿Ya te estás tirando a otro tío?
Siempre igual. Cada vez que salgo con mis compañeras de trabajo se cree que me he enrollado con otro tío, solamente porque una vez tuve un pequeño desliz con mi jefe y se lo tuve que contar a Daniel, porque la culpa me destrozaba por dentro. Pero me perdonó. Esto fue hace un año, y desde ese momento él ha estado diferente, más, distante. Frío.
Al ver que no contesto, se acerca a mí y me coge del brazo.
—¡Suéltame! —le exijo, aunque no me hace caso.
—¡Has estado con otro tío! Lo sabía… —me suelta y se sienta en el sofá a llorar. Qué cambio de personalidad más rápido. Ha pasado de ser un tipo duro a ponerse a llorar—. No debí confiar en ti desde que te enrollaste con… con ya sabes… —no le salen las palabras.
—Cariño, te lo juro, no me he acostado con nadie. Yo solo te quiero a ti —me siento a su lado y poso mi brazo sobre sus hombros—. Solo tengo ojos para ti.
—¡Mentira! Lo que eres es una… una…
Se levanta y empieza a recorrerse el salón de un extremo a otro, rascándose la cabeza y secándose las lágrimas. Yo me quedo atónita, sentada, mirándolo.
Él se para y me mira con una maldad que nunca antes había visto reflejada en sus ojos. Un escalofrío recorre mi cuerpo y me asusto.
—¿Qué pasa? —pregunto con voz temblorosa, aunque intento que no se note.
Sin aparentemente tener un “por qué”, se acerca a mí, decidido, y me mete una bofetaza.
Me retuerzo de dolor en el sofá y, a continuación, me propina una patada, haciendo que caiga al suelo.
Una vez derrotada, después de una serie de golpes que han provocado, entre otras cosas, que me haya partido el labio inferior y tener una hemorragia bastante grande, se pone de rodillas junto a mí, me coge del pelo y me levanta la cabeza para que le mire.
—Suéltame —digo entre sollozos.
En una milésima de segundo, su mirada ha cambiado de ser maquiavélica a llenarse de lágrimas.
Me suelta con suavidad.
—Lo siento, no debería… Lo siento.
Se acerca a mí para abrazarme, pero yo me aparto.
—No te acerques —las palabras casi no me salen. Las lágrimas ya caen a borbotones y tengo una presión en el pecho que no puedo con ella.
Salgo corriendo.
Subo las escaleras y entro en la habitación de mi hijo, que está dormido. Mientras lo cojo en brazos para salir corriendo de aquella casa y alejarme de él para siempre, oigo como en el piso de abajo Daniel rompe algunas cosas.
Bajo corriendo las escaleras, con Joel en brazos, dormido. Poco a poco se va despertando.
—¿A dónde vamos? —pregunta desorientado, con su voz dulce.
—Vamos a un sitio maravilloso —contesto peinándole su suave pelo rubio.
Una vez en la entrada, a punto de salir, Daniel aparece por detrás.
—No, de aquí no te vas sin mí.
Se acerca a mí. Me aparto de él.
Estira sus brazos para cogerme, pero en ese momento cojo un jarrón y, sin pensarlo, se lo tiro a su cabeza. El objeto de porcelana se hace añicos, y Daniel cae al suelo, con una brecha en la cabeza.
Me quedo paralizada, helada, sin saber cómo reaccionar.
Salgo corriendo hacia la casa de mis padres, a pocas manzanas de la mía, y desde allí pido una ambulancia para Daniel.


—Y por eso, nos tenemos que defender, porque no somos débiles, somos fuertes. No nos tenemos que encerrar, que tener miedo. Nos tenemos que liberar. Ser grandes. Ellos no son mejores que nosotras.
Y después de estas palabras, la gente empieza a aplaudir.
La conferencia que he dado contra el maltrato de la mujer ha resultado ser un éxito.
Mi hijo, Joel, me mira con orgullo desde el otro lado del salón de actos. Ya tan mayor…
Bajo del escenario y Roberto, mi nuevo marido, mi antiguo jefe con el que tuve un desliz, me besa. Un beso lleno de pasión. Pero en el fondo siempre me acordaré de mi verdadero amor que no me supo apreciar. Con el que compartí mis mejores años. Me acuerdo de Daniel, que en paz descanse.

FIN

¿Qué te ha parecido? ¿Te ha gustado? ¡Tu opinión es muy importante!

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6 comentarios :

  1. Una historia interante ... pero todo acto trae una consecuencia el simple hecho de haberle perdido la confianza su primer marido ha hecho q esto termine asi ... sin embargo si ella jamas se hubiera equivocado????????? como podria ser el final, pero tampoco estoy de acuerdo con el maltrato el hecho q uno se equivoque no significa ser maltratada... pero creo q hay q tenr valores y principios ante todo

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  2. Hola!!!(Chica del mono). Otra vez te has superado. Y no me extraña en absoluto que hayas ganado. Me alegro mucho por ti.

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  3. Realmente me gustó, es un relato muy bonito además me encanta la parte final en la que esta dando una conferencia, y el pequeño detalle de que al final se quede con Roberto, el jefe con el que tuvo el "desliz".Y que pueda ser al final feliz y comenzar de nuevo, todo el mundo se equivoca alguna vez, y hay que saber perdonar y volver a confiar.

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  4. Realmente es precioso, en serio, casi se me saltan las lágrimas, es un relato muy emotivo; opino que te merecías ganar, está genial el relato. Creo que tienes mucho talento n.n
    Un beso, nos leemos :3

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  5. Qué agradablemente me has sorprendido con este blog; los relatos son fantásticos. Me alegro por ese premio que te han dado en el instituto.
    Me habían comentado de tu aficción "bloguera" pero no me esperaba que tuvieras tanto éxito y tantos seguidores. ¡Te felicito, Carlos! Sigue así que "volarás"(como dices en la cabecera) lejos.
    En una ocasión, cuando estabas en Primaria me dijiste que estabas aprendiendo a hacer un blog y después que ya lo tenías, te fuiste del cole y no comentamos nada más al respecto.Te deseo suerte y que sigas con tus libros y tus escritos.
    Un saludo de una antigua profe que te recuerda, sobre todo cuando trabaja en la biblioteca del colegio.

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  6. Hola!!! Soy nueva por aquí y el motivo a sido Acercarte a mi que me a fascinado, vine buscando leer más y aquí me encuentro devorando este nuevo capítulo tuyo que de mas esta decir... me súper encantó. Felicidades por tu trabajo, aunque te cuento que siempre me quedo con ganas de más jiji. Saludos!

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